Hace rato que no escribo, cierto, y la razón para ello pasa un poco por cosas que he tenido que hacer y, principalmente, por falta de ganas. Siempre pienso en cosas, pero en estas últimas semanas no he estado "inspirado" como para poner las ideas en palabras y compartirlas. El asunto es que, justamente, le he dado muchas vueltas a un montón de ideas en estas semanas, y eso me lleva a lo que quiero escribir hoy: pensar, pensar y pensar.
De alguna forma uno sabe que tiene más o menos facilidades para algunas cosas, y yo no soy para nada la excepción. Lo que sí es que me gusta ser versátil, y eso me lleva siempre a un problema, porque no creo tener un talento demasiado marcado. Todo siempre me sale con harto trabajo y, sólo después de ese trabajo, las cosas empiezan a ser más fáciles. Obviamente me gustaría que las cosas se dieran de una manera más sencilla y natural, pero no es mi caso. Imagino que ese es el precio a pagar por ser versátil: puedo hacer varias cosas de una manera decente, pero muy pocas (y a veces creo que ninguna) en forma brillante y bien natural. Al final siempre termino pensando que el tema es que me falta dedicación, porque cuando me dedico de verdad a algo que no me cueste tanto, siempre puedo hacer alguna cosa (por lo menos) interesante allí.
Pero si tan sólo tuviera un lugar donde todo fuera fácil...
Pero, ¿me gustaría renunciar a la capacidad de movilidad que se tiene al ser versátil? La respuesta es un rotundo no. Hoy por hoy me siento demasiado hiperkinético como para quedarme en un sólo lugar, en un sólo estado. Supongo que hay personas que son capaces de establecerse y no preguntarse mucho los cómo y los por qué, pero yo no puedo. Me cuesta, me cuesta de verdad dejar de pensar; pero a la vez tampoco me gusta pensar demasiado, porque allí salta mi parte irracional para recordarme que no me gusta estar encerrado en un sólo lugar por mucho tiempo. ¿Qué pasa en estos casos? ¿cómo podré terminar en un tiempo más? Hoy soy incapaz de verlo, y tampoco quiero verlo. Me gusta demasiado despertarme un día y, de alguna forma, poder sentir que el día no va a pasar simplemente, y que el día de mañana casi no importa (salvo por cosas que uno tiene que hacer y a las que no se les puede hacer el quite). Ese aspecto impulsivo mío, que es como la parte de niño que aún me queda, es algo que me gusta tanto que no quiero, ni racional ni irracionalmente, perderlo. Me da las ganas de hacer las cosas, me ayuda a sonreir porque sí, me ayuda a disfrutar de lo que ocurre, y le impide a mi mente encasillarse y ordenarse, de manera que mantiene mi creatividad andando.
Lamentablemente en estas reflexiones sólo habla mi parte racional, la parte que, entrenada, hace cosas bien choras. Leo esto y me da la impresión de que algo falta, pero no encuentro las palabras para escribir bien las cosas, ¿o no quiero encontrarlas? De alguna forma la pelea interna se mantiene, tratando de mantener algún grado de misterio conmigo mismo.
Quizás sólo deba lanzarme al vacío, sin saber qué esperar. Esa es una idea latente que he estado a punto de seguir completamente, pero no lo he hecho. A veces sale una versión parcial de ello, y se siente distinto, con colores, con olores, y con sabores. Fuera de lo gris, fuera de todo. Si lanzarse por completo es así de agradable, sería muy choro hacerlo, pero siempre hay un miedo dando vueltas, un simple pensamiento cruzado entre medio, y todo se va a la cresta.
Distinto, diferente. ¿Por qué siempre nos gustan las cosas que evocan esas dos palabras?
Me gustó esto, tengo preguntas y no tengo respuestas, pero no las estoy buscando. Estoy logrando no sobrepensar un tema que da para ello. Nice.