sábado, 13 de junio de 2009

La conexión


Si hay un palabra que es recurrente en mi vida, ésta es la música. Siempre me ha acompañado, y tiene un gran poder sobre mis emociones, como ya descubrí hace muchos años. Y al ser una parte tan recurrente e importante en mi existencia, suelo ser muy crítico al respecto; en particular, me encanta ver lo que llamo "conexiones", esas cosas que te hacen sentir que las personas que están haciendo la música que escuchas realmente hacen lo que hacen porque les gusta de verdad.

Ahora vengo llegando de un evento que se hizo a beneficio de un chico de la universidad al que le robaron su laptop. En éste hubo bailes, comida, bebidas, buen ambiente, y música. Si bien todo estuvo bastante entretenido, aunque alejado de mi gusto de música, debo admitirlo, hubo algo que hizo que mi día fuera algo realmente bueno: Román al cuadrado. Se trató de la conjunción entre mi amiga Gaby y su papá, y fue algo increíble e inesperado en ese momento. Desde los primeros acordes y melodías que salieron de la guitarra del papá y de sus voces se sintió algo especial. Por un momento parecía ser que era capaz de entender el lazo que existía entre ellos dos, un lazo que se expresaba a través de la música. Se notaba ese amor entre el padre y la hija, y era una conexión que volaba a través del ambiente. No tenían ni siquiera que verse entre ellos dos: ambos sabían muy bien qué hacer para que todo sonara como ellos querían. Usaron la música como la forma de hacernos notar a todos nosotros la existencia de aquel amor, y eso es impagable. Algo tan simple, puro, y hermoso, es una cosa que hacía tiempo no veía. Sentí envidia, es cierto; sentí envidia de no poder sentarme con mi propio padre a hacer música, y pensé en ese momento que estaba en la vía correcta cuando me decidí a tocar el tema que el tanto me pidió en la guitarra (aún se lo debo en vivo, por cierto). Aunque claro, no me quejo, si no fuera por mi padre no habría escuchado ni la mitad de las cosas que he escuchado en mi vida, así que ¡gracias papá!.

Hoy se sintió una conexión tan profunda y pura que no importó que los temas que tocaron no fueran de mi gusto. Lo importante era el legado en la sangre de sus componentes, el legado de la música, de saber tocar algún instrumento, de cantar, de sentir la música. Y para mí es lejos uno de legados más hermosos que se pueden dejar. Esa conexión es algo que está allí presente, siempre; es la música, es una forma de pasar a la inmortalidad, de dejar algo para el resto. Gracias por mostrármela de nuevo.

Ojalá siempre sigamos haciendo música. Ojalá nunca perdamos las ganas.

Saludos,

Cristian

miércoles, 13 de mayo de 2009

Recordatorio


De nuevo tengo sangre en mis manos. No me pasaba desde hacía años, muchísimos años. No es una buena señal, para nada. Menos si considero que es el primer trabajo bueno que tengo en meses.

Eso es lo bueno de las crisis, y me da rabia no haberlo pensado antes: son oportunidades de cambios, son ocasiones donde la gente debe morir para que otra pase arriba a tomar el poder. Y yo soy un profesional, uno de los mejores, así que claramente iba a poder tener una oportunidad para demostrarlo y volver a levantar mi carrera; aquella que me llevó a ganar unos cuantos años seguidos unas portadas maravillosas en los diarios. Aún me acompañan en mi estudio, muy en secreto, por cierto.

Pero el problema con el nuevo trabajo fue que me tocó una persona demasiado llorona, y yo realmente detesto a esas personas. ¡Nunca sabes realmente qué hacer con ellos si quieres divertirte! porque el trabajo debe divertirte además, por supuesto. No puedes torturarlos demasiado porque se quiebran demasiado pronto. No puedes chantajearlos porque aceptan de inmediato, perdiendo la gracia del asunto. No puedes mostrarles nada porque se tiran a tus pies, dispuestos a todo con tal de salvar su vida; y eso está bien para los nuevos, que entran con ansiedad y ganas de sentirse con un poder real en este mundo, pero no está bien para un profesional como yo que sabe que el mundo es infinitamente más grande que uno mismo, y que por lo mismo debe desarrollar bien su trabajo, y nada más.

En fin... Estaba yo allí con este tipo, los dos un tanto borrachos, y este personaje me empieza a contar detalles de su vida. Me habló de todo el poder que tiene en el mundo, de cómo él planeó la guerra en ese país en medio oriente hace poco, de la cantidad de mujeres delas que se rodea, de los autos que tiene... Ya llevaba media hora hablandome y yo estaba peligrosamente convirtiendo el asunto en un tema personal, y empezaba, cada vez más, a hacerle menos caso a mi parte lógica. Intenté controlarme, pero el tipo tenía un talento que pocos tienen: ser capaz de sacarme de mis cabales. Finalmente decidí torturarlo, y matarlo lentamente, dejando que sufriera, pero no conté con que sería un llorón. Al primer corte empezó a chillar como un pequeño cerdo y a correr por todo el lugar, ensuciando todo. Un desastre total.

Más tarde, cuando se me pasó la borrachera, comencé a limpiar. El trabajo estaba hecho, pero la forma de llevarlo a cabo había sido lo menos elegante del universo. Fue definitivamente un recordatorio: Nunca más matar a alguien después de unos whiskies. Me estoy haciendo viejo y me cuesta más controlarme estando borracho.


miércoles, 25 de marzo de 2009

Explosiones y Muros


Me caí. Trepé a un muro mientras escapaba y me caí. Afortunadamente no había nadie allí para grabarlo ni reirse; ni siquiera mis perseguidores, porque los había dejado muy, muy lejos. Entonces, ¿por qué diablos estaba corriendo tan rápido y fui tan descuidado para terminar tirado en el suelo asustando a las palomas que vagaban por allí?

Ah, claro. Píscore es un apellido griego, ahora entiendo todo. Claro, por eso me perseguían sólo argentinos. Les toqué una fibra complicada. Los dejé desnudos frente a todo el resto del mundo. Es un buen chiste, ¿saben? hacer un juego de palabras para que nadie entienda un carajo de lo que estás hablando, pero crean que es chistoso y se rían para no quedar como estúpidos frente al resto. Después de eso todo es fácil. Pones una bomba, esperas a que el presidente diga que todo está bien y hacer volar algún edificio. Una preciosa broma, "kabooooom", ¡¡como en los comics!! pero no se alcanza a ver la sangre. Es poco elegante, de acuerdo, pero es efectivo.

Pero el cuento es que estoy tirado en el suelo, la cabeza duele como el demonio. Reviso mis huesos y se ven bien, no hay fracturas ni dislocaciones. ¡Ah no!, aquí hay una... Va a doler, hombro... ¡¡¡¡AAAGGGGHHHH!!!!

No hay dolor, great.

Bueno, hay que seguir no más. Mañana en los diarios va a aparecer en primera plana el trabajo que me mandé. Ojalá alguien haya sacado una linda foto de la explosión, porque a mi justo se me acabaron las pilas de la cámara y no pude hacer mucho. Pero aún no estoy convencido de que me guste mucho este nuevo trabajo. Digo, yo soy un asesino a sueldo, tengo una ética y un estilo, y esto se aleja completamente de eso.

Es que esta crisis gente... Nos tiene vueltos locos a todos. Y mi esposa me puso un ultimatum luego de un mes de estar sin moverme. Terrible, la hubieran visto, ¡si parecía un búfalo a punto de arrollarte! Sí... ella debería bajar un poco de peso, ¿no? O sea, no es que yo esté en mi mejor forma, pero me mantengo en algo decente. Sí, ok, mejor guardo eso para mí mejor, miren que si ella se entera... ufff.

Pero al menos ya mañana habrá algo de plata en los bolsillos. Hay que celebrar. Pasaré a comprar comida italiana hoy.

lunes, 23 de marzo de 2009

¡Despedido!


Si si, ya ya. Estoy de acuerdo. Me sobrepasé, perdí el control de la situación, ¿pero qué querían que hiciera? ¡si el tipo me estaba puteando de lo lindo frente a mis colegas! ¡y todo por tener mi momento de inspiración artística en el último trabajo que hice! ¡Y vamos, si no fue tan terrible tampoco! En ningún diario ha aparecido algo que me conecte a mí o al que era mi jefe con lo sucedido. Las fotos estaban excelentes eso sí. Las tripas tiradas por todos los lugares de la muralla, el clásico charco de sangre, y la expresión de terror del tipo... impresionante. Y es que ese tipo se merecía la muerte con terror, así que fue casi un acto de justicia divina, ¡deberían darme una medalla! ¿o no?

Bueno, me estoy desviando. El tema es que hice el trabajo, y dejé una marca de sangre en forma de E encima del torso del tipo. Una "E" manuscrita, con estilo, con un buen diseño, casi que daría para un tatuaje. Pero a mi antiguo jefe no le gustó, y me puteó mientras yo me tomaba una rica cerveza con mis colegas y amigos. ¡Come on! ¿hago el trabajo que el muy cobarde no se atreve a hacer y más encima me viene a echar a perder la velada? No tuve opción. Tuve que salir del bar a razonar con el hombre.

Afuera el aire estaba fresco, lo que le daba un caché especial a la noche. El tipo estaba sulfurado, lo que por supuesto es una mala cosa para su seguridad, así que bien por mí. Le expliqué tranquilamente que no podía hacer lo que hizo, que no le hacía bien al negocio tener esos arranques, y que debía calmarse. Eso lo enfureció aún más y el grito de "¡Estás despedido!" resonó en toda la ciudad.

Pobre tipo... en su momento me había agradado.

Ahora me limpio las manos después del festival de sangre que desaté hace un rato. ¿Qué le diré a mi señora? ¿que me despidieron por tener un arranque artístico? ¿cómo se irá a tomar el que voy a estar cesante por un rato? Damm it... y más encima está complicado el negocio estos días.

¿Qué voy a hacer? Miraré tele por mientras mejor. La cerveza se está calentando.


miércoles, 4 de marzo de 2009

Delirio 2


El aire pega sobre mi cara,
solía doler, pero ya dejé de sentir.

El piso se me viene encima,
¿es que estoy cayendo?
¡caigo! ¡moriré!

¿Cómo es que no hay nadie que esté para grabar esto?

A mi lado flota una hoja,
encima mío hay un revólver,
sobre mi cabeza amenaza
una hoja cortará mis entrañas.

Revólver, revolver, Revolver,
un disco de los Beatles;
buenos temas, pero sin otoño,
ese que ahora va a volver.

En mi espalda la hoja,
en mi hígado una bala,
en mi cráneo nada.

Mis sesos volaron por el cielo.

Parece que caerán más lento que yo.

Delirio 1


¡Tú!
¡Tú que un día desapareciste!
En una nube verde que terminaba en un rincón azul,
tomando té con la reina desesperada,
por un príncipe que nunca llegó por esperarte,
mientras cargaba su cruz.

Toma la copa y sigue.
Ponte un vestido y baila.
Quema, fuma, llora, ríe,
pero ríe al final,
que eso es lo importante a la larga.

Te fuiste y no me dejaste seguir hablando,
te fuiste y no me dejaste seguir tomando,
te fuiste y no me dejaste seguir bailando,
te fuiste.

¡Me fui!
Al sur, buscando el destino,
aquel asunto esquivo,
torpe y aburrido.

Cuando lo encontré le dije
"¡Hola! soy Cristian"
y me respondió que ya lo sabía.

Yo le dije que era una parábola,
y me respondió con una cúbica.

Nunca pude armar un cubo de Rubik, menos ahora.
¿Tú puedes?

domingo, 18 de enero de 2009

Dolor


Hoy pelee con Karen. Una pelea estúpida, como todas las últimas, pero que en esta ocasión me sacó demasiado de las casillas... y decidí salir a despejar la mente. Fui a ver a la banda de un amigo para relajarme con música, y lo conseguí. Tras esperar un buen rato y aguantar a unos cuantos tipos que entre que me querían jotear y me querían asaltar, conseguí tomar una micro que me dejaría cerca de la casa. Me senté y continue relajándome, hasta que aparecieron unos tipos "barra brava", bastante borrachos, que empezaron a armar su escándalo. El ruido subió y subió y subió... y yo allí, casi al medio de ellos. En un momento pensé en tomar una de las botellas de vidrio que habían dejado tiradas en el suelo y empezar a romperles la cabeza a cada uno de ellos, pero logré contenerme.

Fue allí cuando me di cuenta de que algo había cambiado de verdad en mi cabeza, y fue genial. Toda la rabia que podría tener no estaba, no había ningún enojo con ninguna cosa, ni contra ninguna persona. Darme cuenta de ello fue lo mejor que me pudo haber pasado en el día, haberlo entendido en ese instante... tan simple, tan bello.

Karen, pensé en ella, a ella le encantaría saber lo que había ocurrido, ya faltaba poco para bajarme de la micro.

Poco antes de bajarme los barreros lo hicieron, y una vez que estuvieron en la calle tiraron una botella, que rompió una ventana de la micro y reventó en el asiento que estaba detrás mío. "Un instante de suerte", pensé, y me convencí aún más de que el mundo estaba de mi lado en esta ocasión. Bajé de la micro feliz, y pasé a comprar unas papas fritas porque tenía mucha hambre.

Al llegar a la casa, no había ninguna luz encendida. Karen estaba durmiendo, así que fui donde ella. No quise despertarla, no valía la pena. La buena noticia se la daría por la mañana. La abracé y ella se acurrucó en mí. Cerré los ojos y relajé los músculos... ¡a dormir!

En la noche soñé que mi cabeza explotaba, una horrible pesadilla que me llevó a despertar un tanto aturdido. El problema fue lo que vi cuando desperté: vi una camilla de hospital, un cuarto de hospital, a mis padres llorando desconsolados a mi derecha, y a Karen a mi izquierda, con una cara de dolor terrible. Al notar que desperté, se abalanzaron sobre mí, pero no pude sentirlos por completo. Mi cabeza me empezó a doler, y noté que no sentía mis piernas.

En ese instante tuve un flash: un recuerdo donde, después de sentir que el vidrio de la micro se rompió, escuchaba una explosión y empezaba a quemarme. Luego me bajaba de la micro para tratar de apagar el fuego rodando, y un auto me atropellaba. El dolor del golpe era indescriptible, y antes de sentirlo escuchaba un "crack" en algún lugar de mi columna.

Entré en pánico, y todo me empezó a doler mucho más. Mis padres llamaron a la enfermera, que llegó muy rápido. Sacó una jeringa y me inyectó algo...

..Y el dolor empezó a irse. Mientras cerraba los ojos y perdía la conciencia escuchaba a Karen llorar a un costado. Eso dolió mucho más que cualquier cosa.