domingo, 23 de noviembre de 2008

Simple


Domingo por la tarde y el aburrimiento acecha. Él sabe que tiene muchas cosas que hacer, pero el ánimo no está, las ganas se fueron en un viaje a Júpiter la noche anterior y aún no vuelven. Quien sabe, quizás vuelvan con algún recuerdo joviano.

Domingo por la tarde y el resfrío aparece. La tos no deja pensar, no deja actuar, no deja comer. Por un momento el día comienza a ponerse realmente negro, hasta que un sonido en la puerta suena: es ella, la inesperada y agraciada visita.

Sonríen al mismo tiempo, y las miradas se dicen todo; no hay tiempo que perder, así que salen en busca de la montaña y luego de la Luna. Caminan sin cansarse, avanzan sin aburrirse ni cuestionandose nada, sólo avanzan, felices, llenos, simples. Al llegar a la Luna consiguen mirar hacia atrás y se dan cuenta del camino que han dejado. La nostalgia los invade por un instante, y más de una lágrima asoma en sus ojos para luego caer en el polvo lunar, alimentando a las semillas de futuras generaciones que estarán allí algún día, con alguna forma que ninguno de los dos consigue vislumbrar. El tiempo transcurre, pero sólo para el mundo y el universo, ellos saben que están fuera de eso por ahora, y están seguros de que no quieren volver allí. Los lazos se van perdiendo, pero ya no es triste, porque saben que estarán en todos los lugares, acompañando a todo s a la vez.

Se sonríen nuevamente. Sus manos se funden y un resplandor rellena el cielo por un instante. Ya no están, no en la forma en que tenían antes al menos. Ahora son más felices, ahora las complicaciones quedaron atrás. Simples, así son ahora.


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